Tacoronte, 21:06 horas |14º C Nuboso con tormenta

Iglesia Santa Catalina Martin de Alejandría

En el centro de Tacoronte, la iglesia se erige como un monumento donde lo sagrado y la historia se entrelazan, cada elemento cuenta una historia que desafía el paso del tiempo.

El templo se compone de tres naves y se destaca por la presencia de un majestuoso campanario. La estructura actual fue erigida sobre la primitiva ermita erigida por los primeros vecinos de Tacoronte. La fundación de la iglesia se remonta a 1545, y en 1550 se tomó la decisión de derribar la ermita original para dotar al lugar de una estructura eclesiástica más sólida. Este venerable edificio cuenta con el reconocimiento oficial como Bien de Interés Cultural, resaltando su importancia histórica y artística.

Horarios:
Actualmente la iglesia se puede visitar los jueves y sábados de 10:00 a 12:00 de la mañana y en horario de misa: los miércoles a las 18:30, los sábados a las 18:00, y el tercer domingo de cada mes a las 11:00 de la mañana.

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1. CRUZ DEL SIGLO

Cuelga en la pared, a la derecha de la entrada sur. Por la policromía tan delicada, pudiera haber sido hecha en Sevilla hacia el año 1600. La técnica del estofado reviste las características de la escuela sevillana. En algunas partes, donde se ha levantado la pintura, puede observarse la primera capa de yeso o estuco; sobre ésta se encuentra otra segunda pasta de color rojiza o bol de armenia. A continuación se extiende otra capa de pan de oro. Contra la costumbre del s. XV, que prefiere los grandes espacios dorados, ahora se cubre con pintura a punta de pincel, aplicando labores policromadas directamente al dorado. Después, con un punzón se raspa o levanta parte de la pintura (secado) para que aparezca el oro del fondo formando parte del dibujo en color. Mide 2’12 x 1’46 m.

2. RETABLO DE LA VIRGEN DE EL CARMEN

El actual retablo del Carmen fue el antiguo retablo del altar mayor. En 1754 se compuso dicho altar, se arregló el nicho de la Virgen y se puso un frontal pintado. Terminada esta composición se pintó. En 1773, se procedió a su colocación en el emplazamiento actual, se le hicieron los tres nichos y se doró. El retablo está concebido en dos cuerpos, tres calles, predela y un remate rectangular coronado por dos roleos en forma de frontón curvo, entre los que sobresale un círculo con una paloma pintada en el centro, y remate con una cruz. Los dos cuerpos del retablo constan de tres calles separadas por columnas, pareadas en el centro. El nicho central, añadido a finales del s. XVIII, va decorado con pilastrillas abalaustradas hasta la cornisa. Por todo el retablo, junto a la decoración abstracta vegetal, se aprecian hojas y frutos naturalistas, como en los retablos del barroco americano. Presenta dos cuadros laterales en el segundo cuerpo que están muy deteriorados y borrosos, representando “la Anunciación” y “los Desposorios”.

Imagen de La Virgen del Carmen

La devoción a la Virgen del Carmen en esta parroquia data del año 1667. La cofradía del Carmen decide encargar una nueva imagen, tallada en madera de cedro, al escultor José Luján Pérez, que tenía su taller en la isla de Gran Canaria en colaboración con el pintor Manuel Antonio de la Cruz. El escultor canario abandona el sentimiento dramático del barroco, por un velo de dulce serenidad que anticipa la corriente neoclásica. La imagen mide 1’29 m. y se realizó en torno al año 1800.

Imagen de Santo Domingo de Guzman

Imagen de vestir con su hábito y los atributos dominicanos: rosario, templo en la mano izquierda y estandarte en la derecha. Creemos que es del s. XVII, posiblemente traída de algún convento. Mide 1’30 m.

Imagen de San Roque

Imagen moderna.

Imagen del Cristo Yacente

Es un cuadro de tonalidades frías y fuerte contraste clarooscurista. Sólo dos figuras protagonizan la escena. El Cristo, tendido, expresa el realismo de la muerte en la flaccidez del rostro, el vientre hundido y el cuerpo inerte y escurridizo. El ángel surge de las tinieblas del fondo, con los brazos en cruz y un tenue color violeta en la túnica. Atribuida a Gaspar de Quevedo, pero observado de cerca no ofrece la calidad pictórica de los otros cuadros de este pintor. Mide 1’65 x 0’62 m.

Imagen paradel del retablo

Pertenecía al primer retablo existente.

3.RETABLO DE LA CAPILLA DE LA VIRGEN DE EL ROSARIO

En el año 1681 fue concertada la hechura de un retablo con los maestros de carpintería Antonio Álvarez y Melchor de Sossa, vecinos de La Laguna. Del s. XVII quedan las dos calles laterales con sus columnas, espacios bien compartimentados en dos cuerpos, y remate de ambas calles en frontón cortado en el vértice superior. Un barroco muy clasicista, casi plateresco por la abundante decoración menuda que recubre los elementos arquitectónicos. La parte central, con la peana de la virgen, son añadidos del s. XVIII. Un tercer cuerpo, más reducido, enlaza con los inferiores por medio de aletones en forma de S entre abundante hojarasca decorativa. En el centro, flanqueado por pilastrillas pareadas, un bajo relieve del Padre Eterno sobresale en actitud de bendecir el mundo. Este cuerpo se corona con un frontón partido y rematado en una pequeña cruz. En el banco del retablo se conservan seis cajones, tres a cada lado del altar, que acrecentaron dicho retablo en 1699. Terminada esta obra, se doró todo el conjunto.

Nuestra Señora del Rosario

Una de las advocaciones que ha tenido más devoción en esta parroquia. Esta imagen de vestir se trajo sobre el año 1614 y en 1687 se trajo el niño que lleva en los brazos. Mide 1’10 m. Además del rosario y la corona imperial, atributos fundamentales realizados en plata, tiene a sus pies la media luna de plata sobredorada. También en plata sobredorada es el sol, en versión de rayos flameados, que rodean la imagen.

San Francisco de Asis

Es una imagen de talla, ajena a la influencias del barroco italiano. Los pliegues verticales del hábito franciscano, contrastan con las expresión contemplativa del rostro, que busca en la cruz una respuesta al sentido humano del sufrimiento. Mide 0’70 m. de alto. Pertenece al s. XVIII.

San Antonio de Pauda

Imagen de talla de principios del s. XVII. Pervive el arcaísmo gótico en la referencia del Niño que, sentado sobre el libro, alarga con rigidez el brazo y vuelve la cara hacia el rostro del santo. Mide 0’68 m. Lleva, además del libro, una corona calada y, en su mano derecha, una azucena de plata.

Cuadro de San Jose

Está colocado en la parte alta del retablo, al lado izquierdo. S. José sostiene al Niño Jesús en brazos y apoya la vara sobre el hombro. Una potente luz se abre en el cielo donde asoman, entre las nubes, dos grupos de cabezas de querubines. En un segundo plano, un frutero sobre una mesa y un ramo de flores rellenan el espacio de la derecha del cuadro; detalles que muestran una cierta influencia americana. Es una de tantas composiciones convencionales de la época barroca que presentan a los santos ajenos a la vida real. Mide 1’00 x 0’60 m.

Cuadro San Juan Bautista

Está colocado en la parte alta del retablo, al lado izquierdo. S. José sostiene al Niño Jesús en brazos y apoya la vara sobre el hombro. Una potente luz se abre en el cielo donde asoman, entre las nubes, dos grupos de cabezas de querubines. En un segundo plano, un frutero sobre una mesa y un ramo de flores rellenan el espacio de la derecha del cuadro; detalles que muestran una cierta influencia americana. Es una de tantas composiciones convencionales de la época barroca que presentan a los santos ajenos a la vida real. Mide 1’00 x 0’60 m.

Cuadros de la primera serie Ángeles

Están colocados en la pared en frente del retablo. Los ángeles portan cada uno un símbolo: azucena, cetro y corona, un corazón, y una corona de rosas. Miden 1’70 x 1’01 m. Las grandes dimensiones de las figuras sobre un paisaje de fondo con el horizonte muy bajo, la elegante actitud de los ángeles y la indumentaria a base de manchas coloreadas, apuntan el impacto que los grandes fresquistas italianos ejercen fuera de sus fronteras. Los cuadros que comentamos, por la fuerza de su ejecución, sentido colorista y calidad de la pintura, se pueden relacionar con la escuela sevillana del s. XVI que, al margen de recursos tenebristas, marca nuevos rumbos al desarrollo de la pintura española. Cumpliendo las características antes mencionadas, encontramos en esta obra una inscripción: “AUXILIUM DEI” (Auxilio de Dios). El ángel que porta el cetro y la corona, presenta la inscripción: “PAX DEI” (Paz de Dios)

Cuadros de la segunda serie Ángeles

En el testero, hay nueve cuadros de ángeles que se completan con el que está en la capilla de la Concepción y los dos que se encuentran en la ermita de S. Jerónimo. Fueron traídos por D. Juan Pérez en el año 1688. Siguiendo el orden de izquierda a derecha los ángeles presentan los siguientes atributos: una palmeta y un ángel sobre un pedestal en la mano; una escalera y una rosa; una rama y una palmera; una fuente; una nave; un escudo con armas y una torre; un sol y un ramo de flores; la luna y un ramillete de espigas de trigo; un espejo. El que está en la Capilla de la Concepción muestra un pozo en el centro del escudo. Y los que están en la ermita de S. Jerónimo, una llave y una rama de olivo. Todos estos atributos se refieren a invocaciones, símbolos o figuras bíblicas de la Santísima Virgen. Las medidas de los cuadros oscilan entre 1’70 – 1’78 x 1’01 – 1’12 m.

Cuadro de los misterios Gloriosos

Recubriendo la parte baja de la pared, hay cinco óleos dedicados a los Misterios Gloriosos del Sto. Rosario: resurrección, ascensión, pentecostés, asunción y coronación de la Virgen. Todos ellos parecen pertenecer a alguna escuela local.

Artesonado de la Capilla del Rosario

Se decora con franjas concéntricas siguiendo la forma del ochavo. Sobre fondo policromado, destaca el brillo de los elementos superpuestos, y una rítmica distribución de rosetas por toda la techumbre. El dorado de los elementos decorativos se produjo en el año 1689.

Cuadros de Santo Domingo y San Vicente Ferrer

Son de características similares a los anteriores. El encuentro de Sto. Domingo y S. Francisco de Asís es un tema que el maestro Quintana había pintado para el convento de La Laguna. A S. Vicente Ferrer se le representa con alas y anunciando el santo temor de Dios con la trompeta apocalíptica: “TIMETE DEUM” (Temed a Dios). Es una clara alusión a su predicación escatológica, que le ha merecido el nombre de “Ángel del Apocalipsis”. Ambos cuadros están relacionados con el arte, ya muy decaído, de la escuela de Quintana.

4.IMAGEN DE PIEDRA DE SANTA CATALINA

En la Iglesia hubieron varias imágenes de Santa Catalina destinadas al culto: una en piedra de 1545 (en la fotografía), una pintada en óleo sobre lienzo de 1557 (hoy desaparecida), una de bulto grande y de vestir de 1578 (también desaparecida) y la que se encuentra actualmente en el Retablo Mayor, encargada al escultor José Luján Pérez en 1795. Con la llegada de esta imagen, la de piedra se fue apartando del culto, hasta desaparecer durante muchos años. En 1963 fue hallada esta imagen en el coro del Santuario del Cristo de los Dolores. Restaurada por la escultora Mª Belén Morales de Castro, se trasladó de nuevo a la iglesia parroquial, donde actualmente se encuentra en el Baptisterio. Su autor, anónimo, quizás fuera uno de tantos maestros canteros acostumbrados a labrar capiteles con cierto sentido de las medidas y las proporciones. Cuida algunos detalles como la corona, el collarino y la túnica, descuida otros como el cuello, en parte restaurado, y el pelo. En las ranuras aparecen restos de policromía. El rostro es de facciones correctas pero inexpresivo. El manto, en la parte de atrás, se distribuye vertical en el centro y en forma angulosa a los lados.

A sus pies asoma el busto del emperador Majencio, vencido por la sabiduría y constancia de la santa. A la derecha, la rueda de uñas aceradas forma bloque con los pliegues del vestido. Algunas partes aparecen hoy mutiladas: falta la espada, la mano que la sostenía y parte de la mano derecha. Puede clasificarse como arte popular de principios del s. XVI, con cierta tendencia naturalista de influencia todavía gótica. Mide 0’98 m.

5.CUADRO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Este cuadro perteneció al retablo de la Concepción. Ocupaba el recuadro central del segundo cuerpo donde actualmente está colocada la imagen de S. Lorenzo. Aunque está sin firmar, se atribuye a Gaspar de Quevedo, en fecha comprendida entre 1650 y 1660. Mide 1’72 x 1’15 m. Representa a la Virgen con túnica, manto desplegado y un grupo de querubines a sus pies, que acentúan la idea de ascensión. Diversos círculos, atravesados por finísimos rayos lumínicos, rodean su cabeza. En la parte inferior del primer plano, resalta el retrato de D. Felipe Machado Espínola, de rostro enjuto y mirada penetrante. Siguiendo el mismo plano, un torreón que pudiera relacionarse con algún castillo defensivo. En segundo plano, un puerto con panorámica urbana en la que destacan, difuminándose en la bruma, monumentos como la catedral y la Giralda de Sevilla. Rellenan el cuadro cuatro grupos de cabezas ángeles con atributos de significado mariano: “pórtico de la gloria”, “escalera del cielo”, “espejo de justicia” y “estrella matutina”. La influencia más clara en Gaspar de Quevedo es la de Zurbarán, con el que nuestro autor coincide en la primera época del gran maestro. El cuadro a comentar fue restaurado en el año 1967.

6. CUADRO DE NUESTRA SEÑORA DEL PATROCINIO

Representa a una Virgen con alas, corona imperial, escapulario y manto sobre túnica. A sus pies, la luna y una serpiente enroscada en el mundo, mordiendo la manzana. Sobre el pecho ostenta, dentro de un disco blanco, la figura del Niño Jesús. Posiblemente haya sido hecha en América hacia 1650. En la parte baja del cuadro lleva un inscripción: “ESTA IMAGEN SUDO – DIA DE SU PATROCINIO – A 11 DE NOVIEMBRE DE 1685 – ESTA AUTENTIFICADO – POR DN. NICOLAS FERNANDEZ – DEL CASTILLO ESCRIBANO DE TACORONTE”. Destacan los símbolos del zodiaco en una banda dorada sobre el mundo. En 1750 se retocó el cuadro. Mide 0’73 x 0’52 m. La iconografía de la Virgen con alas ha tenido un amplio desarrollo, principalmente en los códices de la Edad Media.

7. RETABLO DE SANTA CATALINA

En el s. XVIII, con las reformas del Lcdo. Ocampo, el retablo que ocupaba anteriormente el presbiterio se había quedado pequeño, así que se trasladó al altar de la Virgen del Carmen, y en el presbiterio se colocó el actual. Este se hizo y coloró en el año de 1774, por el maestro José Rodríguez y su hermano Andrés, vecinos de La Laguna. El retablo se compone de un solo cuerpo y ático en la parte alta. En el centro se abre el nicho de la patrona bajo arco trilobulado. Las calles laterales están divididas por columnas salomónicas. Una cornisa mixtilínea de tramos cóncavos y convexos remata este primer cuerpo, para dar paso al ático que enmarca un cuadro de la Asunción, flanqueado por dos columnillas del mismo estilo salomónico. El fondo que hoy destaca por todo el retablo, pertenece a las reformas del año 1963. Del colorido original sabemos que combinaba el lapislázuli con grandes paños de pan de oro.

Imagen de Santa Catalina Mártir de Alejandría

Encargada en 1795, probablemente se trajo en los primeros años del s. XIX. Es obra del escultor de Gran Canaria, José Luján Pérez, y policromada por Manuel Antonio de la Cruz. La figura de la santa se eleva sobre una base de nubes de suaves ondulaciones. Los vestidos se mueven como por un suave soplo de aire. La mano izquierda reposa majestuosamente sobre la gran rueda de púas, mientras la derecha sostiene la espada de su martirio. Mide 1’75 m. Sobre las nubes, al lado derecho, un ángel está tallado a escala menor. Por último, la imagen lleva sobre su cabeza la corona de princesa como corresponde a las vírgenes más ilustres.

Cuadro de la Glorificación de Santa Catalina

Ocupa la parte alta del retablo. Representa la glorificación de Santa Catalina entre nubes y ángeles. No ofrece grandes novedades a los convencionalismos del s. XVIII. Manos extendidas, mirada elevada, colores vivos y organización cerrada. Posiblemente sea obra del mismo Antonio de la Cruz que pintó el retablo, inspirándose en la pintura italiana. La composición es semejante a la de Guido Reni del Museo del Prado.

Grisalla de San Pedro y San Pablo

Al igual que la de San Pablo, está pintada sobre la misma madera del retablo, de tamaño natural, tonalidades frías y símbolos del apóstol: llaves y libro (San Pablo presenta un libro abierto y la espada, símbolo de su martirio). Desde que se reservó la eucaristía en esta parroquia se recogió la tradición de colocar a los apóstoles San Pedro y San Pablo como “Guardianes del Santísimo Sacramento”.

Sagrario y expositor

De planta trapezoidal, lleva en su puerta el cordero apocalíptico sobre el libro, corona, estandarte y símbolos eucarísticos: espigas de trigo y racimos de uvas. El templete del manifestador se eleva sobre el Sagrario con la misma planta y tres vanos acristalados en sus frentes. En el interior lleva el estuche cilíndrico para la custodia, decorado con láminas recortadas sobre fondo dorado y coronado con cupulín gallonado. Todo el conjunto va repujado a base de roleos, hojarasca y motivos florales. Remata con un águila en actitud de levantar el vuelo. Según el Dr. Hernández Perera, el tabernáculo de Tacoronte “es el conjunto mejor conseguido de este tipo”. Es del año 1768.

Techumbre de la capilla mayor

Techumbre de tableros superpuestos (s. XVIII). No sería aventurado pensar que debajo de la pintura blanca que hoy tienen los tableros, se encuentra una decoración más o menos de carácter ilusionista parecida a la del crucero. La alusión simbólica al Espíritu Santo que se ve en el centro del almizate no es de la época.

Techumbre del antipresbiterio

Realizado entre 1760 al 67. Las cubiertas de los tableros pintados representan un capítulo brillante de la última etapa de techumbres portuguesas, localizadas en las regiones de Extremadura y Beira. Estos techos pintados se extienden a Canarias, debido al intenso comercio del s. XVIII entre las islas y el resto de Europa y América. En los más antiguos se rellenan los paneles con un auténtico “horror vacui”. Posteriormente, los artistas se inclinarán por las perspectivas arquitectónicas. Este último estilo de carácter ilusionista es el que podemos observar en la imagen. Representa un cimborrio octogonal, con ventanas abiertas en un grueso muro y vidrieras en cuadrícula al fondo. Unas guirnaldas de flores engalanan los ventanales. En el almizate, cuelga un perillón central de un gran plafón rodeado de rayos dorados en resalte. El paso del cuadrado al octógono, se hace mediante pechinas decoradas con motivos iconográficos. La dirección de este trabajo estuvo a cargo del P. Francisco Izquierdo.

Frontal de plata

Sigue la costumbre del lienzo con la clásica división en dos zonas longitudinales: estrecha la parte superior, que recuerda el canto de la losa sepulcral; más ancha la inferior y dividida a su vez por galones verticales, que nos recuerdan las antiguas hornacinas, separadas por columnas, de la mayoría de los sarcófagos paleocristianos. El paño superior deja caer en su base un fleco mixtilíneo del que cuelgan unas borlas. Los tres paños de la zona inferior han sido repujados en fechas distintas. El medallón del panel central representa los símbolos eucarísticos, el del panel de la izquierda lleva el cordero apocalíptico con su estandarte y letrero: “Ecce agnus Dei” (he aquí al cordero de Dios) y el de la derecha lleva una tarjeta con los emblemas de Sta. Catalina: torre, espada, rueda y cabeza.

8. LOS LIENZOS SOBRE LA VIDA DE SANTA CATALINA

Decorando la parte alta de los costados de la capilla hay unos lienzos que recogen cuatro aspectos de la vida de Sta. Catalina.  En el lado del Evangelio, “Los desposorios místicos de Santa Catalina” y “La disputa con los doctores” del maestro Cristóbal Hernández de Quintana que, por el año 1720, estaba trabajando con su hijo Domingo y Jerónimo Príncipe como ayudantes.

En el lado derecho, “El triunfo de Santa Catalina” se atribuye a Domingo Hernández de Quintana en su primera época de pintor. “El martirio de Santa Catalina” se atribuye a Jerónimo Príncipe, sin excluir que el maestro Cristóbal haya dado los toques finales a la composición de sus ayudantes.

9. RETABLO DE LA CAPILLA DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN O DE SAN LORENZO

El primer retablo de la Concepción había sido construido por el maestro carpintero Antonio Álvarez sobre los años de 1675. Se montó un nuevo retablo durante la reforma del s. XVIII, aprovechando los dos nichos y las columnillas de los retablos del crucero; se le acopló el nicho central de Ntra. Sra. del Rosario y se construyeron nuevos los bancos, repisas y un altar de madera pintado, porque el que tenía era de piedra. En 1776 se doró, lo cual contrasta con los repintes de purpurina, aplicados en reformas recientes.

Imagen de San Lorenzo

La devoción de S. Lorenzo es de las más antiguas de esta parroquia (s. XVI). Algunos tienden a pensar que, debido a su parecido con la Sta. Catalina del Retablo Mayor, podría ser del mismo autor, Luján Pérez. Las superficies lisas de las nubes que pugnan por salirse del pedestal, la parrilla apoyada en estas y la forma hidalga de sujetarla, los pliegues menos finos por la calidad de las telas, el ligero movimiento ascensional y el clásico naturalismo del rostro, son características que se dan en las dos obras mencionadas. La imagen de S. Lorenzo lleva sobre su cabeza una diadema de plata.

Imagen de San Andrés

Encontramos referencia a la imagen desde el año 1630. Es una talla de proporciones clásicas, rostro sereno y equilibrado. En la túnica predominan las líneas paralelas y angulosas. El manto, más movido, imprime un dinamismo que apenas se esboza en el avance de la pierna derecha. Presenta el libro, símbolo de la evangelización y la cruz de su martirio. Se corona con nimbo calado de hojarasca barroca. Mide 0’95 m. La imagen está repintada. Por la finura escultórica y los datos que se conservan, podemos clasificar esta imagen del s. XVII, relacionada con la escuela sevillana de Bautista Vázquez, que representa la nota exquisita y delicada desde el último tercio del s. XVI.

Imagen de Nuestra Señora de la Peña

Actualmente se la conoce con el nombre de Virgen de Candelaria. Es una obra de comienzos del s. XVII, de la escuela sevillana, pero repintada a fines del s. XVIII. El niño parece ser un añadido, también del s. XVIII. No existe relación entre la actitud absorta de la Virgen y la espontaneidad expresiva del Niño, y tampoco entre este y la mano de la Virgen que lo sostiene. Lleva un vela de cera en la mano derecha. A los pies de la Virgen, y tallada en el mismo bloque, asoma la media luna y tres cabezas de querubines. Mide 0’97 m. Sobre su cabeza lleva corona imperial.

Imagen de Santa Rita

Es una imagen de vestir que, en el s. XVIII, se veneraba en el santuario del Cristo de los Dolores. De facciones correctas y actitud delicada. Lleva una cruz en su mano izquierda. Mide 1’07 m.

Cuadro de San Felipe Apóstol

Está colocado en la calle derecha del segundo cuerpo del retablo. Mide 1’96 x 1’20 m. Con el tiempo se ha levantado parte de la pintura, destaca la imagen de S. Felipe como figura central. En el ángulo bajo derecho, hay un retrato del que sólo queda la parte de la cara y de las manos levantadas. A la izquierda, entre el paisaje del fondo, se distingue una escena de personajes, con indumentaria frigia, que debe referirse al martirio del Apóstol. En el centro, S. Felipe con manto de tonalidades rojas y blancas. La mano derecha sostiene el crucifijo, su símbolo personal y definitivo, porque según se cree, fue crucificado en la región de Frigia.

Cuadro de Santa Catalina

En el lado derecho del retablo, el cuadro de Sta. Catalina parece de la misma mano o de la misma escuela que el anterior. Ambos se han atribuido a Gaspar de Quevedo. Mejor conservado que el anterior, el trabajo en esta obra es muy minucioso. Una diferencia con el cuadro de S. Felipe es que el de la santa presenta un fondo neutro. Pero existen elementos comunes como el dibujo, la pincelada y finos toques de pintura blanca para marcar arrugas de la carne. A juzgar por la indumentaria podrían clasificarse del s. XVIII. Sta. Catalina presenta los atributos de su martirio: rueda, palma, espada y la cabeza del emperador Majencio a sus pies.

Cuadro de San Pedro

Las pinturas de S. Pedro y S. Pablo aparecen siempre relacionados con el altar del Santísimo Sacramento. Por otra parte, la forma curve en los marcos nos sugiere su pertenencia a un retablo que no puede ser otro que el del altar mayor. El cuadro de S. Pedro presenta la figura del apóstol con sus correspondientes atributos: llaves, libro, y, a sus pies, la espada y oreja, que hacen alusión a su intervención en defensa del Maestro en el huerto.

Cuadro de San Pablo

Lleva libro y apoya la mano derecha en la empuñadura de la espada. El hecho de no poner nimbo a los santos, muestra cierta tendencia realista. A pesar de ello, predominan los convencionalismos clásicos, en la madurez del rostro, disposición del pelo, situación casi frontal y manto sobre un hombro para cruzarse por delante de la túnica y enroscarse en el brazo.

Cuadro de los desposorios

Composición sencilla y recogida, que responde a la leyenda tomada de los evangelios apócrifos y representa el momento en que el sacerdote bendice los desposorios. Los tres únicos personajes queda envueltos por la tenue luz del Espíritu Santo. Mide 1’90 x 1’10 m. Con influencia sevillana, cae dentro del círculo del maestro Quintana (al igual que los dos anteriores). Se reconocen algunas similitudes de composición y colorido con el cuadro del mismo tema que pintó Cristóbal Hernández de Quintana, y se conserva en la Igl. de Ntra. Sra. de la Concepción de la Orotava.

Cuadro de la anunciación

Este cuadro lleva la firma de su autor: “GASPAR QUEVEDO ME FECIT”. Representa el momento en que María, ante el arcángel S. Gabriel, acepta la maternidad divina. Mide 1’68 x 1’15 m. La fecha de su composición habría que situarla en torno a 1670. El fondo se reduce a densos nubarrones que permiten entrever la acción del Espíritu Santo realizando el misterio de la Encarnación. El mensajero divino señala hacia arriba y muestra una azucena, para desechar cualquier temor, ya que Dios respeta su integridad virginal. María representa una serie de virtudes con su correspondiente símbolo: la humildad de su gesto, la sencillez de su vestido, la oración (un libro en la mano), el trabajo (un cesto de ropa), la virginidad (un florero de azucenas) y la sumisión (un perro dormido)..

Techumbre ochavada

Podría clasificarse como techumbre del antiguo presbiterio del s. XVI. Es una armadura ochavada con labor de lacería superpuesta, que revela la más pura influencia mudéjar. Desprovista de elementos barrocos, muestra al exterior la austeridad del color mismo de la madera con perilla central colgando del almizate.

10. RETABLO DE ANTONIO O DE EL CORAZÓN DE JESÚS

Consta de dos cuerpos, predela y nicho en forma de sagrario donde se venera un busto de Cristo. Los recodos que dan paso a las calles laterales se decoran con pinturas de palcos, guirnaldas de flores y perspectivas arquitectónicas interiores. Tiene un único nicho central enmarcado por arco trilobulado y pilastras abalaustradas. En su interior encontramos una imagen moderna del Corazón de Jesús. El retablo corresponde a la época de las perspectivas ilusionistas, de influencia portuguesa. Los restos que quedan de su dedicación a S. Antonio son dos tarjetas en la parte baja lateral del retablo y los símbolos del Santo en el centro del frontal.

Imagen del corazón de Jesús

Imagen moderna.

Busto de Cristo

Pieza del siglo XVIII.

Cuadros de la segunda serie Ángeles Cuadro de la divina pastora

El tema de la Divina Pastora tiene un origen español. Se dice que, en el año 1703, se le apareció al padre Isidoro, capuchino, para que propagara su devoción. El cuadro responde a un grabado de Ángelo Testa, pero con algunas variantes. La Virgen no lleva en el regazo el niño, que aparece en el original vestido como un pastorcillo ofreciendo flores a las ovejas. Tampoco las ovejas están marcadas con las iniciales MA de María, y falta la escena de los ángeles que coronan a la Virgen. En el fondo se desarrolla la lucha entre el lobo y la oveja, que termina con la intervención del ángel a favor de la libertad de la oveja. Debajo del cuadro se lee esta inscripción: “O QUAN PULCHRA EST CASTA GENERATIO” (Oh cuán hermosa es la generación casta). Mide 1’25 x 0’61 m.

Cuadro de la huida a egipto

La Virgen aparece sentada sobre la grupa del asno con el Niño en sus brazos. S. José, a pie, lleva la rienda y el hatillo. Ambos se cubren con sombreros de peregrinos. En el paisaje no se descuida la ambientación. Aparece en el fondo una palmera y una pirámide. En el cielo, los ángeles, con una colgadura a modo de palio, los protegen de las inclemencias del tiempo. La composición y una serie de detalles coinciden con el cuadro que, del mismo tema, pintó Bartolomé Esteban Murillo. Mide 1’60 x 0’61 m.

Cuadro de San Diego Alcalá

Es un cuadro narrativo de la llegada de Fray Diego, hacia el año 1441, como Padre Superior del convento franciscano recién fundado en la isla de Fuerteventura. S. Diego, en primer plano, se abraza a la cruz que le entrega la Sma. Virgen, con su hijo sobre una nube. El ángel señala el camino del convento mientras que, en el cielo, el Espíritu Santo, en forma de paloma, anima la escena con su presencia. Al fondo, entre nubes y unos arbustos, se perfila, en la lejanía, un fuerte defensivo de la época colonial. Mide 1’60 x 0’61 m.

11. RETABLO DEL CRUCIFICADO O DE EL CALVARIO

Realizado en madera en el año 1708, sustituyó a uno hecho en piedra de 1676. Remodelado en 1750, debido al mal estado en el que se encontraba, lo pintó y doró el maestro Quintana. En el año 1772 se realizó el altar que hoy tiene. El retablo tiene dos cuerpos y remate en frontón con el ángulo superior cortado. En el cuerpo bajo, la calle central ocupa la mayor parte para dar cabida a las tres imágenes del Calvario.

El calvario: Cristo de la misericordia, San Juan Evangelista y la Dolorosa

El Cristo actual sustituyó al primitivo que se encuentra en la ermita de S. Juan, en el mismo municipio. Pertenece al primer tercio del s. XVII. Tiene ciertos rasgos semejantes al Cristo de La Laguna, por lo que debe atribuírsele a algún maestro local. El paño de pureza no forma parte de la talla, sino que es de tela escayolada. Mide 1’43 m. La imagen de S. Juan Evangelista es citada desde 1731, haciendo juego con la imagen de la Magdalena, hoy desaparecida y sustituida por La Dolorosa. Mide 1’45 m. A la imagen de La Dolorosa se le preparó el nicho central del altar de ánimas, hasta que se trasladó a su emplazamiento actual. Fue comprada en 1772. Mide 1’41 m. La espada, símbolo del dolor que atravesaría su alma, es de 1815. La imagen lleva sobra su cabeza una diadema calada con puntas de rayos flameado

Cuadro del sueño de San José

Representa a S. José, con la vara florecida, reposando con la mano en la mejilla, mientras que el ángel toca su cabeza y señala hacia el Espíritu Santo, comunicándole la intervención divina en la maternidad de María. A sus pies, la sierra y el hatillo para el viaje. Así aparece, también, el cuadro del maestro Cristóbal en el Hospital de Ntra. Sra. de los Dolores de La Laguna. Se ha atribuido a Domingo Hernández de Quintana.

Pinturas de San Salvador de Horta y Ángel

Están pintadas sobre la misma tabla del retablo. La escena presenta al Santo impartiendo el bautismo por aspersión y lleva el nombre al pie. Este dato puede ser interesante como documento-litúrgico. El ángel, arrodillado sobre una nube, ofrece otro elemento de la pasión, la esponja. Miden 0’93 x 0’39 m. cada uno.

Pinturas de San Francisco Javier y Ángel

Están pintadas sobre la misma tabla del retablo. S. Francisco Javier está en actitud de dejarse influir por la gracia del amor divino. Lleva el nombre del Santo al pie. Tuvo que haber un fuerte impulso misionero en esta parroquia durante la segunda mitad del s. XVIII, porque abundan los santos misioneros en los retablos. El ángel, arrodillado sobre una nube, ofrece uno de los elementos de la pasión, la lanza. Miden 0’93 x 0’39 m. cada uno.

12. PÚLPITO

En el s. XVI sabemos que ya había un púlpito, pero el actual data de 1724, que se encuentra adosado a la columna que precede al crucero. Sobre base poligonal, el cuerpo del púlpito se divide en paneles rectangulares con una roseta en el centro y hojarasca simétrica de relleno. Carece de pedestal; y la base, decorada con calados, apoya en cuatro ménsulas en forma de “S” convergentes hacia una prolongada perilla central. Un panel de respaldadera enlaza con el remate superior, que unifica el conjunto, en forma de corona ochavada. La escalera, con su balaustre y pasamanos forma un ángulo recto. Dos tramos y un relleno dan el giro de la columna a la que se adosa el púlpito.

13. PUERTA POLICROMADA DEL LADO NORTE

Se trata de la primera puerta existente en la primitiva ermita de San Sebastián, donde hoy se encuentra el Santuario del Cristo de los Dolores. Presenta una decoración a base de tres colores: rojo para los listones que enmarcan los cuarterones, y rojo y blanco para la decoración que parece ser epigráfica o, incluso, con cierta connotación vegetal. Sea como fuere, resulta ser un ejemplo interesantísimo de este tipo en las islas.

14. ESCALERA DE ACCESO A LA TORRE

El acceso a la torre queda solucionado con un largo tramo de escalera que, en el interior de la iglesia, salva la altura de la planta baja; se abrió una puerta alta en el muro de la iglesia, que comunica con la torre por medio de un pasillo en forma de balcón canario.

15. TORRE – BAPTISTERIO

Hacia 1574 se le puso un campanario al cuerpo de la iglesia. A partir de este momento, se realizarán numerosas modificaciones en él, como por ejemplo las de 1585 y 1688. En 1690 se manda a edificar una torre, cuyos cuerpos se realizan entre 1694 y 1697, y en 1699 se hizo el cuarto cuerpo que alberga las campanas

Decoración de la entrada del baptisterio

Realizada en 1780, imitando los mármoles de una portada tipo retablo.

Cuadro del martirio de Santa Catalina

Representa la escena en que un soldado, espada en mano, se acerca a la santa que, arrodillada, espera el martirio. Es un lienzo sin grandes pretensiones, pero resulta interesante la preocupación que muestra el pintor en el estudio de la luz, tal vez influido por el tenebrismo de Miranda. El autor, anónimo, desarrolla la escena en el interior de una mazmorra con la escasa iluminación que penetra por la ventana del muro. La composición, a contraluz, resulta arriesgada. La escasa luz descompone el color local, deshilachando las figuras, hasta producir un efecto casi impresionista. Mide 1’59 x 1’00 m.

Imagen San Juan Bautista

Es una pequeña talla y la primera referencia a la existencia de esta imagen, la encontramos en 1731. Lleva una cruz larga, que en realidad es la vara de un estandarte, en la mano derecha y, el cordero sobre el libro, en la izquierda. La cabeza se corona con un sol rematado en puntas de rayos en disposición semicircular.

Techumbre del baptisterio

Es una cubierta plana de ocho tableros que apoya sobre largas pechinas, actualmente en color madera, pero en aquel momento, seguramente formado parte de la serie de tableros pintados junto con el crucero y el baptisterio.

Pila bautismal

Probablemente sea producto de talleres genoveses. En superficie, sobre un pequeño plinto basamental de lados convexos, apoyan los pies en forma de modillones, de los que arranca un pequeño cuerpo ochavado y decorado con óculos ovales, hasta un voluminoso nudo también ochavado. El tramo comprendido entre el nudo y la vasija de la pila está cubierto con cabezas de querubines con alas entrecruzadas, de las que cuelgan unas ramitas de hojas y frutos elaborados con riguroso clasicismo naturalista. En conjunto puede considerarse una bella obra del barroco italiano. Mide 1’20 m.

16. RETABLO DE LA CAPILLA DE ÁNIMAS

En la iglesia del s. XVII, se construyó un altar a las benditas ánimas en el año 1669. Se doró en 1673. En 1752 se le añadió un banco con tres nichos que eran iguales y en lo alto un sotabanco. En el año 1761, se realiza el altar en madera (el anterior era de piedra), la tarima y los cajones. En el año 1772, se compró la imagen de Ntra. Sra. de los Dolores y, para colocarla en este retablo, fue preciso acrecentar el nicho central, pintarlo y dorarlo. Así llegó el retablo a nuestros días, con esta inscripción en el antiguo nicho de la Virgen de los Dolores: “O QUAN TRISTIS ET AFLICTA MATER UNIGENITI” (Oh cuan triste y afligida está la madre del Unigénito). El cuadro de animas ocupa el cuerpo principal entre dos esbeltas columnas de fuste compartimentado y láminas movidas y policromadas. Son parte del retablo antiguo, semejantes a las columnas del s. XVII que vimos en el retablo de la Cap. de la Concepción. Entre el cuadro y el remate de hojarasca del s. XVIII, hay un entablamento, friso y frontón, donde se combinan elementos del retablo antiguo con los añadidos del s. XVIII. Los nichos laterales de la parte baja están separados por pilastrillas abalaustradas. El nicho central fue el que se modificó para poder exponer la imagen de la Virgen de los Dolores.

CUADRO DE ÁNIMAS

El tema es frecuente desde la Contrarreforma, que subraya la existencia del purgatorio. En nuestra isla, el maestro Cristóbal Hernández de Quintana traza el esquema fundamental en una serie de cuadros para los retablos de ánimas, como el de la Catedral y el de la Igl. de la Concepción de La Laguna. El mismo esquema aparece en este cuadro, probablemente obra de su hijo Domingo, puesto que la fecha de donación es posterior al fallecimiento del maestro Cristóbal (1725). Mide 2’50 x 2’30 m. En la parte alta, la Sma. Trinidad preside la escena, a la que concurren los apóstoles a un lado, y los patriarcas y los profetas, encabezados por S. Juan, al otro.

La luz del Espíritu Santo despeja las nubes entre las que asoman grupos de querubines alados. El registro central representa la escena del pesaje de las almas. El Arcángel S. Miguel ofrece la báscula de la justicia, mientras la Virgen del Carmen, sentada con corona imperial y manto de reina, ostentando el escudo carmelitano en el pecho, mantiene con la mano derecha el equilibrio de la balanza. Un ángel lleva el escapulario, otros las trompetas. Bajo las nubes, un fondo de paisaje terreno marca el tránsito entre el cielo y la tierra. El registro de la parte baja nos ofrece una visión del purgatorio situado en un hueco de la corteza terrestre.

La luz del Espíritu Santo despeja las nubes entre las que asoman grupos de querubines alados. El registro central representa la escena del pesaje de las almas. El Arcángel S. Miguel ofrece la báscula de la justicia, mientras la Virgen del Carmen, sentada con corona imperial y manto de reina, ostentando el escudo carmelitano en el pecho, mantiene con la mano derecha el equilibrio de la balanza. Un ángel lleva el escapulario, otros las trompetas. Bajo las nubes, un fondo de paisaje terreno marca el tránsito entre el cielo y la tierra. El registro de la parte baja nos ofrece una visión del purgatorio situado en un hueco de la corteza terrestre. En torno al hueco, donde claman las almas, aparece una serie de santos de devoción local. De izquierda a derecha: S. Antonio de Padua con ramo de flores, S. Agustín vestido de Obispo con mitra y báculo, Sto. Domingo con su hábito dominicano, S. Francisco con hábito franciscano, S. Antonio Abad con el hábito estampado de flores, S. Lorenzo con la parrilla, S. José con la vara florida y Sta. Catalina de Alejandría con la espada. Al pie del cuadro, en el centro, hay una tarjeta con esta inscripción: “ESTE CUADRO LO DIO POR DEBOSION JOSEPHE GONZALEZ DEL DRAGO VESINO DE EL LUGAR DE TACORONTE EL AÑO DE 1729 AÑOS”. D. José González del drago, además del cuadro de ánimas, donó el panel de la izquierda del frontal de plata del altar mayor.

Imagen de Santa Lucía

Imagen de postizo, de principios del s. XVII. Consta en inventario de 1630. En la mano derecha lleva un ojo en un plato, aludiendo a su martirio y patronazgo. Mide 0’95 m.

Imagen de Santa Bárbara

Imagen de vestir. Se clasifica dentro del Barroco dieciochesco. Tiene una pequeña palma de plata en la mano y una torre de madera sus pies. Mide 0’87 m.

Imagen de San Isidro Labrador

Es una pequeña talla y la primera referencia a la existencia de esta imagen, la encontramos en 1731. Lleva una cruz larga, que en realidad es la vara de un estandarte, en la mano derecha y, el cordero sobre el libro, en la izquierda. La cabeza se corona con un sol rematado en puntas de rayos en disposición semicircular.

17. CORO Y ÓRGANO

En el actual crucero, se situó el primer coro que existió en la iglesia, realizado en 1630. Al añadírsele las tres naves, se construyó, en el centro de la iglesia, en 1680, el nuevo coro. Este coro restaba capacidad y visibilidad a los fieles, así que se comenzó otro, situado a los pies de la iglesia, entre las dos puertas de la fachada principal, hecho con madera de castaño de los montes de la Esperanza. En 1767 se suspendieron las obras y cuando en 1780 se reiniciaron las obras, las corrientes neoclásicas comenzaban a imponerse en Europa. Se tiende a la simplificación y a la mezcla de elementos clásicos. El frente del coro tiene tres arcos de madera con sus correspondientes rejas. En el piso alto del mismo frente, una balaustrada con el módulo central saliente. En el interior del coro, destaca la sillería, de estilo colonial del s. XVIII, presidida por el sillón preferente, sobre el que está pintada la mitra pontifical. El coro alto se reduce a una balaustrada de tres frentes y un pasillo para recorrer la balconada.

Facistol

El facistol, que debía ocupar el centro del coro, forma parte del estilo rococó que envuelve todo el conjunto.

Órgano

El órgano se ha trasladado del Santuario del Cristo. Tiene formato plenamente neoclásico y está fechado con esta inscripción: “BEVINGTON & SONS SOHO, LONDON”, 1856

La Piedad

Imagen moderna, traída de la Iglesia de la Concepción de La Laguna.

18. PILAS DE AGUA BENDITA

Son de piedra volcánica, a ambos lados de las rejas del coro. Son ejemplares casi únicos en la isla. Fueron realizadas por Pedro Gómez en el s. XVI. La de la izquierda es de 1558 y mide 1’10 x 0’64 m. La otra pila es posterior, pero no mucho; sin embargo, el pie sobre el que se asienta pertenece al estilo del s. XVIII en sus finales o principios del XIX. Mide 1’10 x 0’70 m.

Encontramos otra a la entrada, de mármol, de la cual tenemos las primeras referencias en torno al año 1750. Tiene el pie cuadrado y decoración de gallones avenerados en la base exterior del recipiente. Mide 1’15 x 0’88 m.

19. CAPILLA DE LA VIRGEN DEL PATROCINIO O DE SAN JOSÉ

Se realizó en 1750 y se doró en 1780. Forma parte de los retablos de influencia portuguesa, donde se fusionan elementos de carpintería con decoración pictórica, sin llegar a las perspectivas ilusionistas. El nicho central lleva un remate florenzado que rebasa el entablamento hasta el friso superior. El ático sirve de guarnición al cuadro de S. Juan Nepomuceno y remata, después de un pequeño espacio vacío, con los restos de tres tallos de hojas barrocas. Al pie del cuadro se lee esta inscripción: “ESTE CUADRO Y RETABLO LO DIO EL CAPITAN D. JOSEPH ESPINOSA BETANCOURT. AÑO DE 1750”. El donante y sus herederos están enterrados a los pies del retablo en la que sería la única tumba visible de toda la iglesia.

Imagen de San José

El capitán José Espinosa Bethancourt donó a mediados del s. XVII esta imagen. Se ha considerado de procedencia mexicana dadas las conexiones de este personaje con América. Dotado de un movimiento propio del caminante, presenta un atuendo rico en estofados de racimos y rosas que contrasta con la serenidad del rostro, de mirada absorta; por el contrario el Niño que soporta en su brazo izquierdo anuncia la gracia dieciochesca. La pintura actualmente ha sido retocada por el restaurador Ribera de la escuela sevillana. La corona también refleja esta influencia mexicana en las flores naturalistas que decoran el círculo central.

Imagen de Nuestra Señora de la Consolación

Esta imagen de postizo ha sido trasladada del Santuario del Cristo de los Dolores en el año 1961. Debe ser del s. XVII o principios del XVIII. Mide 1’20 m.

Imagen de San Francisco Javier

Imagen de vestir y con características dieciochescas. En el mismo año 1961, fue trasladada esta imagen desde el Santuario del Cristo a la igl. parroquial. Mide 1’25 m. Viste sotana negra, fajín y esclavina. Su mirada esta fija en el Crucifijo misionero por cuyo ideal llegó a las lejanas tierras de Japón.

Cuadro de San Agustín

Representa al santo contemplando el misterio de la Sma. Trinidad, simbólicamente representada en un triángulo destacado sobre fondo luminoso. Lleva vestimenta litúrgica, estola y capa fluvial. Como atributos de la dignidad episcopal, cuelga sobre el pecho la cruz pectoral y anillo en el dedo. Con la mano derecha toma la pluma y, con la izquierda, muestra un corazón inflamado de amor. Sobre la mesa, de estilo colonial, están los instrumentos de escritura: tintero y libro. El rostro en actitud contemplativa, está surcado de arrugas. Es de destacar la minuciosidad en detalles, como los dibujos de las telas. Se puede clasificar dentro de la escuela barroca del s. XVIII. Mide 1’48 x 0’90 m.

Cuadro de San Jerónimo

Es una copia de una estampa de Tiziano. Presenta al santo contemplando un crucifijo y mortificando su cuerpo con un pedrusco. El capelo cardenalicio, que cuelga de un arbusto, hace alusión a su dignidad eclesiástica. Mide 1’48 x 0’94 m.

Cuadro de San Juan Nepomuceno

Está fechado en 1750, procedente de la escuela mejicana. Es el santo de los confesores, los sordomudos y los puentes. Viste hábito coral de canónigo, birrete y sobrepelliz de pliegues finos. Con una mano mantiene el crucifijo, mientras con la otra señala su nombre escrito en una cinta enrollada en una palmera, que mantiene el ángel del silencio. Su cabeza está rodeada por querubines. Dos escenas de fondo hacen alusión a la actividad de su vida y a su martirio: a la derecha escucha la confesión que le costará la vida, a la izquierda es arrojado desde lo alto del puente de Praga. El cuadro cae dentro del círculo de José de Ibarra de acusada tendencia murillesca. Mide 1’32 x 1’15 m.

Cristo difunto

Del siglo XVIII aproximadamente, sigue los cánones estipulados para las imágenes con esta tipología iconográfica.

CUADRO DE NUESTRA SEÑORA DE GUADALUPE

Terriblemente repintado, sobre todo en algunos angelitos. Pertenece al arte rococó, dentro de la mejor escuela mejicana de la mitad del s. XVIII. Mide 0’84 x 0’62 m. El centro del cuadro presenta a la Virgen de Guadalupe, rodeada de rayos solares. Pertenece al tipo iconográfico de “Virgen aparecida”, que se manifestó en el s. XVI a un indio recién bautizado llamado Juan Diego. La riqueza del arte rococó se manifiesta en este cuadro por una serie de detalles que forman el entorno de la imagen central. En los cuatro ángulos se narran pequeñas escenas de las apariciones de la Virgen de Guadalupe. En la parte baja se representa la “huida a Egipto”. Una serie de letreros pregonan invocaciones de las letanías. Tres angelitos a cada lado, tratados con primorosa pincelada, proporcionan esa ligera gracia propia del rococó. En sus manos llevan palmas, guirnaldas y coronas. En la parte alta se representa a la Sma. Trinidad con triple figuración humana de rostros semejantes. Es una tendencia de tipo jansenista que, a pesar de la prohibición del Concilio de Trento, se continuó en la tradición americana y en las Islas Canarias. Las tres divinas personas levantan la mano en actitud de bendecir. El Padre lleva el cetro, y el Hijo se distingue del Espíritu Santo, porque muestra en la mano el estigma de la pasión. De la misma época es también el marco acoplado a un retablito en forma de baldaquino. Junto a los tallos movidos del Barroco mejicano, destaca la menuda decoración de pájaros y flores, de notable influencia chinesca, tan en boga en Europa y América en el s. XVIII. Ha sido atribuida a José de Páez.

20. CUADRO DE EL SUEÑO DE SAN JOSÉ

Este cuadro de gran formato (2’10 x 1’60 aprox.), retoma el tipo iconográfico ya planteado en el cuadro situado en el ático del retablo del Cristo, el Sueño de San José. Hemos de suponer por la existencia del ejemplo ya comentado y por la gran cantidad de obras atribuidas al artista, que la obra objeto de nuestro análisis ha salido del taller de Gaspar de Quevedo. Esta temática puede estar inspirada en el tema de Murillo, “Sueño del patricio Liberio”, que se exhibe en el Prado. En su origen, este cuadro se exponía en el santuario del Cristo.

ALACENA

Alacena de dos hojas, con seis casetones con flor inserta labrada, tan difundida en Canarias, y policromada con colores rojo y verde, y dibujos casi imperceptibles de flores realizados en color negro. Mide 1’30 x 1’20 m.

21. RETABLO DE SAN FRANCISCO O DE LA PURÍSIMA

Este retablo se realizó durante las obras de la capilla mayor en 1768. También se hizo el altar, el frontal pintado y la tarima. Las láminas que contienen son de otros altares. Se pintó en el año 1776. En el centro del frontal todavía se conserva hoy el escudo de las cinco llagas y el cordón franciscano.

Imagen de La Purísima

Debió traerse a fines del s. XVIII, en pleno apogeo del estilo rococó, antes de la reacción neoclásica. El escultor imprime un fuerte movimiento ascensional en el cuerpo, en los ojos, en las manos y en los pliegues del manto que, agitado por el viento, se cruza sobre la túnica. Se eleva sobre un mundo, rodeado de cabeza de ángeles en disposición asimétrica. A sus pies lleva la media luna de plata y en la cabeza una corona de rayos dentados. Posiblemente haya sido repintada, sobre todo, el manto y el mundo, con fuerte color azulado. Mide 1’07 m.

Cuadros de la vida de San Joaquín y Santa Ana

S. Joaquín y Sta. Ana fueron los nombres de los padres de la Virgen. En los dos cuadros de arriba, se representan dos funciones sacerdotales de S. Joaquín: interpretación de la Sagrada Escritura y ofrecimiento de incienso. En este ejercicio de su sagrado ministerio, el ángel le anuncia que va a tener descendencia. Sta. Ana, ante una nube, que simboliza la presencia de Dios, también recibe la gran noticia. En el otro cuadro está ejerciendo una función docente a la Virgen. Cada uno de los cuadros mide 0’90 x 0’68.

Cuadro del martirio de San Bartolomé

Es una copia de un grabado de Ribera del s. XVII, pero realizado en el s XVIII, a la vez que el retablo. Pone la nota sangrienta en el primer plano, al presentar al verdugo desollando vivo al apóstol. Mide 1’60 x 1’00 m.

Cuadros de la predela. San Agustín, San Andrés, San Bartolomé y Santo Domingo de Guzmán

Estos cuadros forman una serie “de retratos idealizados” de santos con sus atributos. La serenidad de sus rostros, la dulce melancolía de su expresión, los tonos discretos y equilibrados, y esa tendencia al estado de reposo, nos sugiere la atribución a una escuela local de tradición clasicista. Los cuatro cuadros tienen la misma medida: 0’46 x 0’39 m.

S. Agustín presenta el corazón y el libro, viste ropas litúrgicas con capa fluvial, mitra y pectoral. Trabajo minucioso de los detalles. Posición frontal y colgaduras de fondo

S. Andrés, apoyado en la cruz de su martirio con túnica y manto. En perspectiva muy baja, dos paisajes, uno de campo y otro de casas con una torre. Pudiera ser referencia a los lugares donde ejerció su apostolado (Escitia, Grecia, etc.).

Presenta el cuchillo con que fue desollado, mirada fija hacia el espectador, en posición de tres cuartos de perfil. Está vestido con túnica y manto que le cubre un hombro y se recoge en la cintura. Su figura destaca sobre fondo neutro.

Con hábito dominicano lleva el rosario colgado del cuello y libro bajo el brazo. La derecha enarbola una bandera con la insignia de la Orden. El fondo de nubes y parte de arquitectura conventual evoca a la Orden de los Predicadores, fundada por el santo en el s. XIII para combatir la herejía de los albigenses.

22. SACRISTÍA – TESORO

Artesonado

La primera sacristía se construyó hacia 1585. En 1718 se hizo una sacristía nueva. Es una habitación de 8’5 x 5’3 m. en planta y artesonado mudéjar. El acceso a la sacristía baja se solucionó mediante una trampilla colocada en el piso.

Balcón canario

En la parte alta, un mirador en forma de balcón canario con cuatro columnas al frente y su armadura para sostener la teja.

Custodia pequeña

Mide 0’65 m. Todavía conserva el sol de rayos flameados con cabezas de querubines, propios de la primera mitad del s. XVIII. Tiene el pie de forma circular cónica a base de toros y escocias, y repujado con follaje. El astil, compuesto de nudos y arandeles, diversifica la decoración en follaje repujado, asas cinceladas, rosas, ángeles y una corona de hojas en la parte superior.

Portaviáticos

De plata sobredorada y cadena para colgar del cuello. Consta de una plancha repujada de tallos y flores, y un cuerpo cilíndrico que descansa sobre una pequeña peana semiesférica con un querubín en el frente. Este cuerpo central, giratorio, lleva dentro un copón de base piramidal compuesta de hojarasca calada, al que se superpone el nudo y el recipiente del copón, ambos esféricos y liso, salvo unas pequeñas molduras circulares a lo largo del perímetro. A los lados, presenta, repujados en la plancha, dos ángeles de cuerpo entero sobre una nube con los símbolos eucarísticos: espigas de trigo y racimos de uva. La parte superior remata una cruz. La parte superior del cilindro giratorio está discretamente decorada con dos cabezas de ángeles, hojas de tallos y el cordero con su estandarte. Dado el abigarramiento de la decoración, se clasifica dentro del último barroco de finales del s. XVIII. Mide 0’26 x 0’19m.

Custodia grande

Pertenece a la primera mitad del s. XVIII cuando la ciudad mejicana de Puebla de Los Ángeles tuvo su máximo esplendor. Mide 0’88 m. La base apoya sobre seis patas de águila. La decoración de follaje y querubines se prolonga por el astil donde recibe ornamentación de asas. El nudo central toma forma ovoide hexagonal. En la parte superior del astil, lleva la imagen de la patrona con los atributos de su martirio; sobre su cabeza coronada se apoya el sol de ráfagas unidas.

Atriles de altar

En la iglesia se conservan dos atriles de plata repujada sobre armazón de madera. El de la imagen fue un regalo de Mateo de la Cruz, en torno al 1770. En el centro lleva una tarjeta en forma de libro, rebasada por una rama de hojas y flores; el frente presenta el símbolo franciscano: una cruz y dos brazos, uno con hábito (S. Francisco) y otro desnudo (Jesucristo), con los estigmas de la pasión en el centro de la mano.

Sagrario

Para el monumento del Jueves Santo. Tiene planta cuadrada, decoración menuda y abundante, incluso se decoran las pilastrillas de las esquinas; y elementos de tendencia naturalista, como las rosetas de la zona superior de las pilastras y dos racimos en la puerta, que se entremezclan con elementos barrocos estilizados. El arco de la puerta a la altura de la línea de impostas tiene dos ángeles a modo de capiteles. Otro tipo de ángeles rellena el espacio de las enjutas. Remata imitando una lámpara de brazos mixtilíneos encima del Sagrario, de cuyo centro arranca un florero de azucenas con una paloma posándose sobre una nube.  Todo labrado en plata.  Mediados del s. XVIII. Mide 0’40 m. de alto, más 0’22 m. de remate. El ancho del frente es de 0’23 m.

Copón de plata sobredorada

Neoclásico, predominan las superficies lisas recorridas por molduras circulares. La decoración se reduce a cuatro querubines superpuestos en el pie y otros tantos en la zona media del recipiente recorrido, éstos últimos, por guirnaldas de flores. Es del estilo que se impone a principios del s. XIX, como reacción al gusto barroco y rococó. Realizado en 1826, mide 0’20 m.

Cáliz

Ejemplar del último barroco con influencia neoclásica. La copa presenta un marcado ensanchamiento en la base exterior. En el pie, además de una franja de hojas de acanto, presenta querubines y símbolos de la pasión enmarcados por círculos anillados. En la base de la copa se repite una decoración semejante con espigas, pámpanos y uvas referidas a la eucaristía. Es de plata sobredorada y tiene punzón con la letra M y un pequeño círculo encima, y las iniciales BTON. Mide 0’23 m.

Cruz parroquial y cirialesa

Se cree que la actual cruz parroquial, con el Cristo y los rayos chapados en oro, se corresponde con la realizada en 1680. Los ciriales que acompañan a la cruz eran de madera hasta que, en 1738, se hicieron de plata. Hacia 1815, posiblemente con la plata de los candeleros antiguos y la ayuda prestada por otras cofradías, se trajeron los ciriales nuevos que actualmente se conservan.

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