RETABLO DE SANTA CATALINA
En el s. XVIII, con las reformas del Lcdo. Ocampo, el retablo que ocupaba anteriormente el presbiterio se había quedado pequeño, así que se trasladó al altar de la Virgen del Carmen, y en el presbiterio se colocó el actual. Este se hizo y coloró en el año de 1774, por el maestro José Rodríguez y su hermano Andrés, vecinos de La Laguna. El retablo se compone de un solo cuerpo y ático en la parte alta. En el centro se abre el nicho de la patrona bajo arco trilobulado. Las calles laterales están divididas por columnas salomónicas. Una cornisa mixtilínea de tramos cóncavos y convexos remata este primer cuerpo, para dar paso al ático que enmarca un cuadro de la Asunción, flanqueado por dos columnillas del mismo estilo salomónico. El fondo que hoy destaca por todo el retablo, pertenece a las reformas del año 1963. Del colorido original sabemos que combinaba el lapislázuli con grandes paños de pan de oro.
IMAGEN DE SANTA CATALINA MÁRTIR DE ALEJANDRÍA
Encargada en 1795, probablemente se trajo en los primeros años del s. XIX. Es obra del escultor de Gran Canaria, José Luján Pérez, y policromada por Manuel Antonio de la Cruz. La figura de la santa se eleva sobre una base de nubes de suaves ondulaciones. Los vestidos se mueven como por un suave soplo de aire. La mano izquierda reposa majestuosamente sobre la gran rueda de púas, mientras la derecha sostiene la espada de su martirio. Mide 1’75 m. Sobre las nubes, al lado derecho, un ángel está tallado a escala menor. Por último, la imagen lleva sobre su cabeza la corona de princesa como corresponde a las vírgenes más ilustres.
CUADRO DE LA GLORIFICACIÓN DE SANTA CATALINA
Ocupa la parte alta del retablo. Representa la glorificación de Santa Catalina entre nubes y ángeles. No ofrece grandes novedades a los convencionalismos del s. XVIII. Manos extendidas, mirada elevada, colores vivos y organización cerrada. Posiblemente sea obra del mismo Antonio de la Cruz que pintó el retablo, inspirándose en la pintura italiana. La composición es semejante a la de Guido Reni del Museo del Prado.
GRISALLAS DE SAN PEDRO Y SAN PABLO
Al igual que la de San Pablo, está pintada sobre la misma madera del retablo, de tamaño natural, tonalidades frías y símbolos del apóstol: llaves y libro (San Pablo presenta un libro abierto y la espada, símbolo de su martirio). Desde que se reservó la eucaristía en esta parroquia se recogió la tradición de colocar a los apóstoles San Pedro y San Pablo como “Guardianes del Santísimo Sacramento”.
FRONTAL DE PLATA
Sigue la costumbre del lienzo con la clásica división en dos zonas longitudinales: estrecha la parte superior, que recuerda el canto de la losa sepulcral; más ancha la inferior y dividida a su vez por galones verticales, que nos recuerdan las antiguas hornacinas, separadas por columnas, de la mayoría de los sarcófagos paleocristianos. El paño superior deja caer en su base un fleco mixtilíneo del que cuelgan unas borlas. Los tres paños de la zona inferior han sido repujados en fechas distintas. El medallón del panel central representa los símbolos eucarísticos, el del panel de la izquierda lleva el cordero apocalíptico con su estandarte y letrero: “Ecce agnus Dei” (he aquí al cordero de Dios) y el de la derecha lleva una tarjeta con los emblemas de Sta. Catalina: torre, espada, rueda y cabeza.
SAGRARIO Y EXPOSITOR
De planta trapezoidal, lleva en su puerta el cordero apocalíptico sobre el libro, corona, estandarte y símbolos eucarísticos: espigas de trigo y racimos de uvas. El templete del manifestador se eleva sobre el Sagrario con la misma planta y tres vanos acristalados en sus frentes. En el interior lleva el estuche cilíndrico para la custodia, decorado con láminas recortadas sobre fondo dorado y coronado con cupulín gallonado. Todo el conjunto va repujado a base de roleos, hojarasca y motivos florales. Remata con un águila en actitud de levantar el vuelo. Según el Dr. Hernández Perera, el tabernáculo de Tacoronte “es el conjunto mejor conseguido de este tipo”. Es del año 1768.
TECHUMBRE DE LA CAPILLA MAYOR
Techumbre de tableros superpuestos (s. XVIII). No sería aventurado pensar que debajo de la pintura blanca que hoy tienen los tableros, se encuentra una decoración más o menos de carácter ilusionista parecida a la del crucero. La alusión simbólica al Espíritu Santo que se ve en el centro del almizate no es de la época.
TECHUMBRE DEL ANTEPRESBITERIO
Realizado entre 1760 al 67. Las cubiertas de los tableros pintados representan un capítulo brillante de la última etapa de techumbres portuguesas, localizadas en las regiones de Extremadura y Beira. Estos techos pintados se extienden a Canarias, debido al intenso comercio del s. XVIII entre las islas y el resto de Europa y América. En los más antiguos se rellenan los paneles con un auténtico “horror vacui”. Posteriormente, los artistas se inclinarán por las perspectivas arquitectónicas. Este último estilo de carácter ilusionista es el que podemos observar en la imagen. Representa un cimborrio octogonal, con ventanas abiertas en un grueso muro y vidrieras en cuadrícula al fondo. Unas guirnaldas de flores engalanan los ventanales. En el almizate, cuelga un perillón central de un gran plafón rodeado de rayos dorados en resalte. El paso del cuadrado al octógono, se hace mediante pechinas decoradas con motivos iconográficos. La dirección de este trabajo estuvo a cargo del P. Francisco Izquierdo.